¿Alguna vez has comprado un producto “light” pensando que era más saludable y luego te diste cuenta de que tenía más azúcar que el original? No eres la única persona. La etiqueta de un alimento no es solo un requisito legal, es una herramienta clave para tomar decisiones informadas sobre lo que comemos.
En este artículo te contamos qué debe incluir una etiqueta y cómo leerla sin complicarte.
Lo básico que toda etiqueta debe tener
La mayoría de los países exigen que los alimentos empacados incluyan como mínimo:
Nombre del producto
Lista de ingredientes, en orden descendente según su peso
Fecha de vencimiento
Información nutricional
País de origen
Registro sanitario
Nombre del fabricante o importador
Estos elementos no están ahí por adorno. Por ejemplo, si el azúcar aparece como uno de los primeros ingredientes, es señal de que está presente en grandes cantidades, aunque el producto diga “natural” o “bajo en grasa”.
Palabras que pueden confundir
“Light” no siempre significa sin calorías; puede referirse a menor cantidad de grasa, azúcar o sodio, pero eso no implica que sea saludable.
“Natural” no significa libre de aditivos.
“Sin azúcar añadida” puede contener azúcares naturalmente presentes (como los de las frutas o la leche).
Lo que debes mirar con más atención
Tamaño de la porción: A veces lo que parece bajo en calorías en realidad corresponde a una porción muy pequeña.
Alérgenos: Si eres sensible a ingredientes como gluten, soya, lácteos o frutos secos, busca esta información destacada.
Aditivos y conservantes: Aunque están permitidos, algunas personas prefieren evitarlos. Suelen aparecer como números o nombres técnicos.
Un hábito que vale la pena
Leer etiquetas no es solo para nutricionistas. Es una forma sencilla de cuidar tu salud, proteger a quienes tienen alergias o restricciones y entender mejor lo que llevas a tu mesa.